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Diplomacia de cañonero de Estados Unidos en el Caribe

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Despliegue militar de Estados Unidos en el Caribe, tildado de "guerra antidrogas", es visto como presión geopolítica y diplomacia de cañonero.

¿Qué Opinas? Episodio producido para el canal internacional HispanTV. El programa busca la respuesta de algunos ciudadanos sobre como ven la diplomacia de cañonero de Estados Unidos en el Caribe

El masivo despliegue militar de Estados Unidos en el Mar Caribe. Estas operaciones son una genuina «guerra contra el narcotráfico», o, en realidad, se trata de una «diplomacia de cañonero», que busca imponer la hegemonía de Estados Unidos y amenazar a gobiernos como los de Venezuela y Colombia.

Diplomacia de cañonero de Estados Unidos en el Caribe. dXmedio.

Presencia militar estadounidense en el mar Caribe

De los ataques con misiles a pequeñas embarcaciones en el Caribe, solapados como guerra contra las drogas, se pasó a la amenaza abierta contra Venezuela.

Desde el principio, estaba claro que la parafernalia militar desplegada era solo un pretexto.

Ni el presidente Nicolás Maduro ni los dirigentes que lo acompañan, ni la cúpula militar que lo rodea, son narcotraficantes.

Nadie lo sabe mejor que la inteligencia estadounidense y sus agencias, de la CIA a la DEA.

Pero, desde luego, ese nunca ha sido el asunto.

Si en serio habláramos de narcotráfico, los ataques estarían dirigidos  contra las mismas entrañas estadounidenses.

A Wall Street, Charlotte, Boston, Chicago, y, sobre todo, Delaware, el mayor lavadero de dólares del continente.

Entonces, en vez de pescadores anónimos, volarían por los aires las más prestigiosas corporaciones, entidades financieras, y hombres prestantes del vecindario del propio presidente estadounidense.

Buques estadounidenses para combatir el narcotráfico

Las operaciones bélicas en el mar Caribe, según el Gobierno de Donald Trump, se llevan a cabo como parte de la guerra contra las drogas.

La verdad es que no existe la menor proporción entre el objetivo declarado de lucha contra el narcotráfico y los medios militares desplegados.

El Grupo de Ataque de Portaaviones, con destructores, cruceros, un ala aérea de cazas F/A-18 y, al menos, un submarino nuclear, es, a todas luces, un acto de guerra.

Esa no es una fuerza para enfrentar lanchas rápidas, sino un despliegue de negación de área y control estratégico dirigido a establecer un bloqueo de facto.

Se trata de asfixiar logísticamente a Venezuela, en el propósito, otra vez, de derrocar al Gobierno del Presidente Nicolás Maduro.

Si algo distingue la diplomacia estadounidense a lo largo del tiempo es la hipocresía.

De ahí que no sea extraño que, mientras Estados Unidos busca intimidar a Venezuela, paralelamente, hable de diálogo y paz.

El diálogo consiste en que el presidente Maduro, legítimamente electo, deje el cargo.

Y la paz es que sea reemplazado por un Gobierno títere al gusto y servicio del Gobierno estadounidense.

Pero eso no va a suceder. 

En el afán de debilitar al Gobierno de Maduro, Estados Unidos lo fortalece, lo vuelve más popular, y refuerza la cohesión con la población y con las fuerzas militares.

Nada nuevo. Otra vez el Gobierno de Trump apuesta por la violencia y Estados Unidos por la correspondiente desgracia.

Trump y amenazas fuertes contra el presidente Petro

Donald Trump adoptó una postura agresiva contra el Presidente Gustavo Petro, al que acusa de ser «líder del narcotráfico» y un “matón».

Colombia fue “descertificada” en su política de lucha contra las drogas, en una medida unilateral impuesta por el Gobierno estadounidense.

La visa le fue revocada al presidente Petro y a su familia, con las consiguientes restricciones a sus transacciones financieras.

Entre las principales causas de la incomodidad del Gobierno de Trump, figura la negativa de Colombia a participar en operaciones militares contra Venezuela.

La estrategia de Trump no solo se enfoca en debilitar al Gobierno venezolano. 

También, busca ejercer presión sobre aquellos gobierno que se niegan a secundar

sus agresiones.

Los misiles estadounidenses pretenden advertir que Estados Unidos no tolerará la autonomía política de gobiernos como el de Colombia o Venezuela.

El posible pago de Trump y su círculo por los asesinatos perpetrados en el Caribe.

La monumental fuerza ataca pequeñas embarcaciones y asesina con misiles a seres humanos en estado de indefensión.

Pescadores, migrantes, o personas pobres al servicio de los narcotraficantes, se asesinan sin derecho a juicio y con absoluta impunidad, en aguas internacionales. 

Algunos homicidios son cometidos dentro de aguas territoriales colombianas, o sea, a menos de 12 millas náuticas de las costas. 

Según la Convención de Naciones Unidas sobre el Derecho del Mar, esto representa una violación flagrante de la soberanía colombiana. 

El cerco contra Venezuela es ilegal, y atenta contra el derecho internacional.

El asesinato de civiles en embarcaciones pesqueras o lanchas rápidas no es otra cosa que crímenes de guerra cometidos bajo el pretexto de operaciones policiales.

Las directrices, incluso, apuntan a la eliminación de sobrevivientes.  

Este tipo de crímenes están explícitamente prohibidos por las convenciones de Ginebra 

Según la ley estadounidense, estas violaciones graves suponen, para los determinadores, el arresto, juzgamiento, y, en caso de culpabilidad, la sentencia  a cadena perpetua o la ejecución.

Los militares, por su parte, están obligados a no obedecer esta clase de órdenes ilegales.

Agresión contra Venezuela, amenazas contra Colombia, su representación para América Latina

La amenaza de una intervención regional centrada en Venezuela cada vez deja más al descubierto que se enmarca en la lucha por la hegemonía global.

El potente despliegue militar busca amedrentar y dominar una región que el imperio ve como una despensa de recursos a la mano. 

Es el modo de actuación acostumbrado de los estadounidenses, que bajo el Gobierno arrogante de Trump alcanza niveles brutales.

El saqueo de los enormes recursos energéticos y minerales de Suramérica representan una prioridad para Estados Unidos.

Esto transforma a la región de actor político a teatro de operaciones en la competencia por la hegemonía global.

Estados Unidos en el Caribe, Trump resucita la «Diplomacia de Cañonero»

La operación “Lanza del Sur” es una patraña estadounidense.

No es “del Sur”, sino “contra el Sur”.

Estados Unidos retorna a la llamada “diplomacia de cañonera”, una práctica del imperialismo del siglo XIX. 

Donald Trump, presidente de Estados Unidos, Marco Rubio, secretario de Estado y consejero de Seguridad Nacional, y Peter Hegseth, secretario de Guerra, pretenden volver a ponerla de moda.

La diplomacia de cañonero es la práctica de un país de lograr objetivos mediante el uso o la amenaza de la fuerza naval. 

Pero el mundo es otro. Los tiempos no son los de las épocas coloniales. 

La eventual invasión a Venezuela, claro está, sería grave para Venezuela.

Pero, a la vez, sería fatal para Estados Unidos, en momentos en que la crisis interna se agudiza y su hegemonía termina.

Y sería demoledora para el Gobierno Trump, cuyo índice de aprobación cae en picada, y su lema de “América primero” está en las últimas.

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