El ataque de Israel a Hamás en Catar, donde murió el hijo de un líder y otros altos miembros, evidencia la política de desestabilización e impunidad sionista, sostenida por el respaldo de potencias como EE. UU. en una región clave.
Este acto, un asesinato extraterritorial selectivo en un tercer país, se interpreta como un intento de acabar con todos los liderazgos palestinos. También, como alerta para toda Asia Occidental.
Se ha revelado la naturaleza alevosa de unas negociaciones que, lejos de buscar la paz, son percibidas como trampas para anular a la oposición, y para continuar Israel ejecutando la política de limpieza étnica.
La semilla de la inestabilidad en Asia Occidental
La presencia de la entidad sionista en Asia Occidental es calificada como la raíz de una inestabilidad tremenda.
La región, crucial por sus recursos, culturas milenarias y riqueza, se ve sometida a un proyecto que busca sembrar el caos y apoderarse de ella.
Este comportamiento desbocado de Israel es posible gracias al respaldo irrestricto de Estados Unidos, que le permite actuar sin límites ni contención, y con absoluta impunidad.
La complicidad se extiende a Gobiernos europeos, cuya hipocresía se manifiesta al condenar el genocidio contra los palestinos con una mano, mientras negocian armas con la otra.
El objetivo manifiesto de los sionistas, respaldado por sus aliados, es devastar la región, controlarla y dominarla, generando un ambiente propicio para «pescar en ríos revueltos”.
Negociaciones como estrategia de aniquilación
Las conversaciones de paz o los intentos de acuerdo, en particular, los impulsados por figuras como Donald Trump, son descritos no como búsquedas genuinas de solución, sino como trampas.
La República de Irán, por ejemplo, ha experimentado directamente esta clase de traiciones, lo que demuestra que se trata de una estrategia recurrente.
El propósito real de Israel y Estados Unidos en estas negociaciones no es alcanzar un acuerdo sostenible, sino eliminar a las contrapartes, como un paso fundamental para seguir avanzando en su política de limpieza étnica.
La Franja de Gaza ha sido arrasada, y el primer ministro, Benjamín Netanyahu, llega a etiquetar a los millones de habitantes que la habitan, y que están acorralados en la ciudad, como terroristas, si no se marchan de inmediato. Un ultimátum que precede a nuevas «olas genocidas».
La entidad sionista busca anular toda oposición y, sobre todo, toda capacidad de defensa de los palestinos, que es un derecho legal.
Frente a una situación de apartheid y genocidio, la entidad sionista quiere es borregos que marchen sumisos al sacrificio, demandando una sumisión total a sus dictámenes.
«Aquí no se trata de negociaciones, Israel y Estados Unidos no buscan llegar a acuerdo alguno ni con Hamás ni con nadie. Las conversaciones que pueda impulsar Trump son, sencillamente, trampas.«
La complicidad estadounidense y la vulnerabilidad de Catar
El ataque en Catar subraya la profunda complicidad estadounidense. El Comando Central (CENTCOM) tiene una presencia significativa en Catar, donde nada se mueve sin la información y el control de este cuerpo.
La cooperación de la monarquía catarí con Estados Unidos, especialmente en asuntos militares y de defensa, es irrestricta, lo que sugiere un conocimiento y posible apoyo de Washington a estas acciones.
Se reporta que el ataque fue un asesinato extraterritorial con inteligencia proporcionada, al parecer, por Estados Unidos.
La situación de Catar revela que las amistades con Estados Unidos no existen. Solo hay supeditaciones, y aun los países aliados son vulnerables en medio de la desestabilización regional promovida por las potencias.
Ataque de Israel a HAMAS en Catar es una alerta para toda Asia Occidental
El ataque que cobró la vida de cinco miembros del movimiento de Resistencia Islámica de Palestina, Hamas, incluyendo a Human Al-Hayya, hijo de Khalil Al-Hayya, un alto líder palestino, y su jefe de oficina, Jihad Labad.
El ataque de Israel, ejecutado en el territorio de un tercer país, independiente y soberano, fue selectivo, y tuvo el objetivo declarado de anular a toda la cúpula del movimiento palestino HAMAS.
Desde el parlamento sionista se declaró, de manera explícita, que el ataque en Catar, el cual albergaba a la delegación negociadora, es un mensaje para toda la región de Asia Occidental. Y podrá repetirse.
Esta acción genera un sentimiento de abandono entre los palestinos, según testimonios, y plantea serios interrogantes sobre el destino de su pueblo si sus líderes son liquidados, en especial, cuando sobre la cabeza de los líderes que sobreviven existe una sentencia de muerte.
La incertidumbre sobre si este ataque es una amenaza o el preludio de algo más grande, subraya la gravedad de la situación.
La visión Occidental de Israel y la falla de su estrategia de decapitación
El enfoque de Israel para combatir los movimientos de resistencia revela una visión occidental que, en el contexto de Asia Occidental, resulta fundamentalmente errónea.
Israel, actuando como un «país occidental inserto sembrado en esta región», sostiene la creencia de que acabando con los liderazgos acaba con las resistencias.
Esta es una táctica que, según las fuentes, puede que suceda en muchos casos en algunos países occidentales donde se decapita al líder y se acaba el movimiento. La historia de los movimientos de liberación en Asia Occidental, y, sobre todo, en Palestina, demuestra lo contrario.
Esta disparidad entre la estrategia israelí y la realidad regional subraya una falla profunda en su comprensión de la dinámica de la resistencia, donde la eliminación de líderes no debilita el movimiento, sino que a menudo lo fortalece al crear nuevos mártires y motivar a futuras generaciones.
La resiliencia inquebrantable de la resistencia Palestina
A pesar de la táctica israelí de acabar con todos los liderazgos de la resistencia, una estrategia que refleja una visión occidental de decapitar movimientos para anularlos, la historia de Asia Occidental, incluida la de Palestina, demuestra que este enfoque no es efectivo a largo plazo.
Israel, con su mentalidad de «país occidental» inserto en la región, cree que eliminando a los líderes se acaba con las resistencias. Sin embargo, esto no ha sucedido en los movimientos de liberación de Asia Occidental.
Cada vez que Israel elimina a líderes y los convierte en mártires, renacen cientos, renacen miles.
La resistencia palestina se reinventa continuamente, con los niños y jóvenes que hoy sufren el hambre y la opresión emergiendo como los próximos líderes, ya sean de Hamas o de cualquier otra forma de resistencia.
No queda otro camino. Mientras la entidad sionista no desaparezca y su proyecto no acabe, la región se verá obligada a convivir con los asesinos al lado, sembrados en las entrañas de una región hermosa, vital, clave en lo cultural e histórico, en los recursos y la geografía.
El proyecto sionista busca devastar la región, apoderarse de ella, sembrar el caos para controlarla y dominarla. Pero eso nunca va a ser posible, por más liderazgos que acaben, por más daño que causen y por más dolor que esparzan.
La creciente solidaridad y el apoyo de los pueblos, junto con la presión sobre los gobiernos, son fundamentales y necesarios para enfrentar este escenario.
Ver también
Entrevista original en HispanTV:
“Ataque de Israel a HAMAS en Catar es una alerta para toda Asia Occidental”