En una entrevista otorgada para HispanTV, el analista internacional Juan Alberto Sánchez Marín nos comparte su opinión: Yemen encarna la justicia. Asia Occidental se encuentra sumida en una espiral de conflicto avivada por la agresión israelí, que ha extendido sus ataques más allá de Palestina, y alcanza a Líbano, Siria y, desde luego, a Yemen.
Recientes ataques israelíes contra territorio yemení han resultado en la pérdida de al menos nueve civiles y 118 heridos en la capital Saná y en la provincia de Al Jawf, con equipos de defensa civil que trabajan para localizar víctimas y extinguir incendios.
Este fuego cruzado no es apenas un intercambio militar; es la manifestación de un proyecto nocivo y colonial, cuyo propósito principal es sembrar el caos.
Ante la escalada, el Consejo Político Supremo de Yemen ha confirmado el fracaso de las verdaderas intenciones de la agresión sionista. El país insta a la preparación, y habla de una respuesta inevitable.
En este contexto de inestabilidad y traición regional, la postura de Yemen emerge como un desafío crucial al orden establecido, pues Yemen encarna la justicia al dar un ejemplo tangible de solidaridad con el pueblo palestino.
La escalada israelí y sus consecuencias humanitarias
Los ataques militares dirigidos por el ejército israelí contra Yemen se enmarcan en una estrategia más amplia de desestabilización que busca «encender la región», y que afecta a los países que manifiestan su apoyo a los palestinos.
La agresión ha tenido costos humanos inmediatos, y causa bajas civiles y daños en infraestructura.
La intención subyacente de Israel no es otra que la de sembrar el caos en la región, empleando una estrategia militar que ha sido descrita como feroz en sus agresiones contra pueblos y países vecinos.
A pesar de los daños, las autoridades yemeníes han declarado que la agresión fracasó en sus verdaderas intenciones, lo cual sugiere una determinación firme por parte de Yemen de no retroceder.
Esta dinámica de fuego contra fuego, donde la fuente del conflicto es evidente, presagia una mayor inestabilidad si no se establece un freno a la situación.
El director de dXmedio, Sánchez Marín, destaca que las agresiones constantes de Israel no tendrán fin mientras no se imponga un límite, y cualquier dilación en esta acción solo costará más vidas e incrementará la inestabilidad.
El proyecto sionista: Raíces históricas y genocidio actual
Para comprender la actual crisis geopolítica, es esencial reconocer que la tragedia del genocidio no comenzó el 7 de octubre de 2023.
Israel es un proyecto nocivo, ejecutado sobre un territorio ajeno con propietarios milenarios. Una apropiación de carácter colonial traspasada de unos colonialistas a otros aún más voraces e infames. En tal sentido, este legado es el resultado del extinto imperio británico.
El régimen actual de Benjamín Netanyahu ha llevado la atrocidad inherente a este proyecto a niveles inimaginables, impulsado por motivaciones internas, como el egoísmo, la búsqueda de poder, la elusión de la cárcel y la avidez expansionista.
Desde el punto de vista moral y legal, Israel es una deshonra y una vileza de marca mayor, que desconoce los principios más elementales de la jurisprudencia internacional y que masacra personas civiles en todo el vecindario.
Este proyecto sionista, que se mantiene gracias al impulso y financiación de Estados Unidos y de varios gobiernos europeos, es la fuente del mal. Y eso exige una unión sólida en su contra.
Aunque esta entidad es voraz y busca la expansión, los afanes de justicia de Yemen son un llamado a la conciencia regional. Al responder a las injusticias, Yemen encarna la justicia.
La parálisis regional y la traición de las monarquías
Ante las acciones desmedidas y desbocadas de la entidad sionista, que actúa sin límites, la respuesta del mundo árabe y de los países occidentales ha sido ampliamente criticada por su inacción y su falta de solidaridad.
Si bien algunos gobiernos occidentales apenas mencionan la situación en vanos comunicados, al mismo tiempo continúan alimentando a quienes ejecutan las políticas de hambre y agresión, en lugar de ayudar a los que sufren.
En la región, ha habido un llamado a la unidad islámica y la necesidad urgente de una unión para frenar a Israel.
La reacción de los países árabes se ha limitado principalmente a condenas verbales, sin materializarse en hechos tangibles. La traición y la falta de solidaridad son vistas como los males que oscurecen el porvenir de la región.
El analista señala a ciertas monarquías, que abiertamente firman acuerdos de entendimiento con la entidad sionista y aceptan las monedas del imperio estadounidense, y socavan así la causa palestina.
La falta de conciencia y la falta de visión futura impiden a estas monarquías asumir la solidaridad con Palestina como lo que es: una causa de todos los pueblos del mundo. Su traición no solo afecta a otros países, sino también a sus propios pueblos, los cuales protestan contra sus propias políticas.
La postura firme de Yemen encarna la justicia. Una postura que contraste con la pasividad regional.
Yemen encarna la justicia en la región
En este tablero geopolítico complejo, Yemen se distingue por su exigencia y demostración palpable de la aplicación de la justicia.
Mientras muchos gobiernos se contentan con menciones vanas, Yemen se niega a dar un paso atrás en su apoyo a los palestinos.
En nuestro tiempo, Yemen encarna la justicia, al dar un ejemplo de lo que significa enfrentar la injusticia con conciencia de humanidad y solidaridad. El palestino es un pueblo resistente que enfrenta la injusticia, y que recibe el apoyo de Ansarolá, el movimiento de resistencia y liberación yemení.
La acción de este país va más allá de la mera retórica; se enfrenta a la agresión de una entidad desbocada y defendida en su malignidad por potencias occidentales y Estados Unidos.
La causa que defiende Yemen es una de las mayores causas de nuestro tiempo. El país actúa no solo por los palestinos, sino por la defensa de los principios de libertad, soberanía y autonomía, que deberían regir a todos los estados.
Se trata de un llamado moral a los demás pueblos, para que despierten la conciencia sobre esta causa justa, relacionada con el destino de sus propios países.
Yemen se posiciona como un actor clave dentro del «Eje de la Resistencia», desafiando la inacción regional.
Desafíos y perspectivas futuras del eje de la resistencia
La prolongación del conflicto sin un freno internacional o regional efectivo garantiza que la inestabilidad se profundice. La entidad sionista es un proyecto voraz que, después de ir contra Palestina, Yemen, Líbano e Irak, irá por todos los estados que busquen libertad y soberanía.
Las monarquías que hoy traicionan a la región pagarán caro lo que hacen, y serán traicionadas por el propio imperio estadounidense y agredidas por la entidad sionista. Por ello, la unión contra la fuente del mal es la única respuesta viable.
La urgencia de la solidaridad es fundamental. La postura yemení, que muestra acciones concretas en contraste con las condenas meramente verbales, y se convierte en un faro para aquellos que buscan confrontar la fuente del mal.
Estamos ante una agresión contra el mundo. La causa de Yemen es, en esencia, una causa global por la dignidad y el destino de los pueblos, dirigida a frenar a la desbocada entidad sionista de Israel.