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Rusia pausa alto al fuego en Ucrania

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Rusia pausa alto al fuego en Ucrania y denuncia mala intención de Occidente. No cederá sobre territorios liberados ni fondos rusos robados.

El analista internacional Juan Alberto Sánchez Marín comenta sobre el hecho de que Rusia pausa alto al fuego en Ucrania. Esto marca un punto de inflexión crítico en la diplomacia del conflicto, que se desarrolla bajo una atmósfera de creciente desconfianza y escalada militar. 

El Gobierno de la Federación de Rusia sostiene que la interrupción se debe a la identificación de una mala intención por parte de los países occidentales, cuyo propósito en la mesa de diálogo no sería otro que el de «seguir armando la trampa o la emboscada». 

Esta pausa se produce en un momento de tensión exacerbada, debido a acusaciones de violación con drones del espacio aéreo de Polonia, maniobras militares conjuntas de Rusia y Bielorrusia. Los anuncios de la OTAN sobre el refuerzo de sus posiciones orientales, además, sugieren que la diplomacia se ha estancado. Las demandas occidentales resultan inaceptables para Moscú.

La desconfianza de Rusia y el carácter de las negociaciones

El cese de las conversaciones de paz se fundamenta en el temor legítimo del Gobierno ruso, ante la ambivalencia y la falta de claridad en los diálogos por parte de Occidente. 

Rusia percibe que las conversaciones no avanzan, mientras figuras políticas clave, como el expresidente Donald Trump, emiten declaraciones contradictorias. 

Rusia, históricamente, observa patrones donde Estados Unidos, en tanto que dialogaba con adversarios (Irán o Hamás), simultáneamente, llevaba a cabo acciones de agresión y asesinato de las contrapartes, mediante aliados como Israel.

En el contexto actual, la percepción es que se dialoga con Moscú mientras los europeos, en particular, Polonia, buscan sabotear las conversaciones, como lo plantean los recientes informes sobre drones. 

El presidente Vladimir Putin ha insistido en que Rusia está dispuesta a buscar la paz, pero la paz no puede basarse en la devolución de territorios liberados por Moscú.

Rusia pausa el alto al fuego en Ucrania, en una decisión que no es vista por el Kremlin como un acto sin motivo, sino como respuesta a la falta de seriedad y a la mala intención detrás de una diplomacia que es una herramienta más de asedio.

Condiciones inaceptables y territorios liberados

Uno de los principales impedimentos para el progreso de cualquier acuerdo es la rigidez de las demandas occidentales, que Rusia interpreta como caprichos diseñados para someterla, a pesar de que Moscú está ganando, o ya ha ganado, la guerra. 

Occidente exige que Rusia devuelva los territorios anexionados, los cuales son habitados por mayorías rusas que votaron de forma contundente a favor de la anexión, y que, como afirma Sánchez Marín, eran sometidas y perseguidas por los nazis de Kiev.

Además de la cuestión territorial, Occidente espera que Rusia renuncie de buen agrado a los cientos de miles de millones de dólares de fondos rusos que fueron «robados» por Estados Unidos y los europeos. 

A esto se suma la exigencia de mantener a Volodímir Zelenski o un sucesor similar en el poder, y que la OTAN prosiga con su política de asedio, agresión y amenazas. 

Desde la perspectiva de Rusia, el hecho de que se esperen estos resultados equivale a pedir que una nación que se cree vencedora se someta a condiciones de perdedora, lo cual, según el experto en geopolítica, «no va a suceder». 

Rusia pausa el alto al fuego en Ucrania porque las condiciones impuestas buscan la rendición en la mesa de negociaciones de lo que no se ha podido conseguir en el campo de batalla.

La expansión del conflicto y la provocación en la frontera oriental

La pausa diplomática está intrínsecamente ligada al aumento de la tensión militar en la frontera oriental de Europa. Hace poco, Polonia acusó a Moscú de violar su espacio aéreo con drones. 

Si bien Rusia niega la acusación y afirma que no se ha presentado ninguna prueba, la situación aviva el debate sobre la posible apertura de un nuevo flanco en Polonia.

Los líderes occidentales sugieren que tal acción pondría a prueba la unidad de la OTAN, pero también existe el riesgo lo contrario, es decir, de que salgan aún más a flote las diferencias entre las posiciones de los países que integran el bloque atlantista.

A la par de estas tensiones, Rusia y Bielorrusia efectuaron ejercicios militares, un evento que realiza de modo periódico, al menos, cada cuatro años.

El secretario general de la OTAN, el belicista Mark Rutte, simultáneamente, anunció una operación para reforzar las posiciones a lo largo de la zona limítrofe con la Federación Rusa. El presidente estadounidense Donald Trump, por su parte, prometió una intervención «muy fuerte». Una frase vaga que implica un alto riesgo de inestabilidad. 

La combinación de estos movimientos sugiere que Polonia y la OTAN juegan con fuego, y que el mundo se encuentra a unos pasos de que el conflicto actual se expanda.

Rusia pausa alto al fuego en Ucrania

La decisión de Rusia de frenar el alto al fuego en Ucrania es una manifestación clara de su estrategia geopolítica actual: no ceder ante la presión de la OTAN y no aceptar diálogos que considera meras trampas. 

El Kremlin percibe que Occidente busca sabotear las conversaciones y que sus intenciones no son genuinas. Buscan consolidar una política de agresión continua.

La posibilidad de la expansión del conflicto es real y se ve impulsada por el interés de muchos países en que se active el Artículo 5 de la OTAN, que obligaría a la organización a responder en conjunto ante un ataque contra uno de sus miembros. 

La capacidad de Europa para asumir un conflicto de semejantes características es dudosa. 

Los expertos señalan que Europa no está preparada ni económica, ni social, ni militarmente para una guerra de grandes dimensiones, quedando Estados Unidos como el principal actor en caso de un enfrentamiento desatado. 

Para Rusia, continuar dialogando en estas condiciones solo validaría la política de asedio de la OTAN.

La Propagación de la Inestabilidad y la Vulnerabilidad de Europa

El riesgo de una expansión del conflicto se ve exacerbado por la influencia de líderes occidentales que propagan inestabilidad. Personajes como Donald Trump son «provocadores, guerreros y traidores,» y sus declaraciones vagas implican un gran riesgo. 

Una situación de caos y más guerra en Europa beneficiaría a Estados Unidos, que busca recuperar a toda costa el liderazgo global perdido. La extensión de la conflagración impulsaría su industria de defensa (o, como ahora se le llama abiertamente, industria de guerra).

En este tablero de ajedrez, la posición rusa, aunque arriesgada, busca obligar a Occidente a una revaluación de sus objetivos, ya que Moscú no puede permitirse quedarse de brazos cruzados frente a declaraciones provocadoras, por muy vagas que sean. 

Europa se encuentra en una posición vulnerable, sin la preparación adecuada para manejar un conflicto de grandes dimensiones. 

La determinación refleja que, mientras el riesgo de activación del Artículo 5 de la OTAN pende sobre el continente, las potencias occidentales y el Kremlin miden sus fuerzas, conscientes de que un enfrentamiento generalizado no convendría a nadie. 

La pausa rusa al alto al fuego es una señal de que la guerra en curso ha entrado en una fase de endurecimiento estratégico, donde la diplomacia ha sido, al menos de manera temporal, sacrificada en favor de la reafirmación de posturas militares difíciles de reconciliar.

Ver también

Entrevista original en HispanTV:

Mayoría por Palestina | El Porqué de las Noticias

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