El discurso del presidente colombiano, Gustavo Petro, ante la Asamblea General de Naciones Unidas ha resonado como una de las críticas más frontales del Sur Global a un organismo que, a juicio del analista Juan Alberto Sánchez Marín, se encuentra en una crisis prácticamente terminal.
Petro eligió esta tribuna para ir más allá de las formalidades, denunció la impotencia de la ONU para frenar guerras y genocidios y señaló a sus controladores.
El analista hace referencia a la manera en que el mandatario colombiano Gustavo Petro, en la ONU hiló fino al conectar el genocidio del pueblo palestino con la farsa de la guerra contra las drogas en el Caribe, desenmascarando un vasto plan de dominación que exige una revolución global por la vida.
Presentación del periodista Marcos Salgado, director del programa «Mapa de Conflicto» de La Iguana TV (Venezuela).
Petro en la ONU: Un discurso en tiempos de crisis global
Naciones Unidas: una organización en crisis, prácticamente, terminal. No tanto porque el actual presidente estadounidense la haya puesto contra las cuerdas, sino porque la organización misma se ha encargado de demostrar su inutilidad y a veces su naturaleza dañina, década tras década, desde su fundación.
Siendo estrictos, desde su concepción, como lavado de cara de la Sociedad de las Naciones. Ambas organizaciones tienen en común el hecho de estar viciadas desde la cuna. La Sociedad de Naciones es una invención de los triunfadores de la Primera Guerra Mundial, es decir, del aberrante tratado de Versalles.
Y Naciones Unidas es un engendro de los vencedores en la Segunda Guerra Mundial, es decir, es el producto de un conjuro entre potencias, un artificio para hacerle creer a los incautos que existe eso que llaman democracia, comunidad, justicia y orden internacionales.
La Sociedad de Naciones se disolvió porque falló en evitar la Segunda Guerra Mundial, y Naciones Unidas más temprano que tarde se acabará por la misma razón: porque es incapaz de frenar guerras y genocidios, y por su incompetencia para proteger pueblos, así como el medio ambiente.
Esa es la condición de la instancia en la que habló Gustavo Petro en la ONU: una organización inservible.
A la que se le han caído todas las caretas: el fin declarado de mantener la paz y la seguridad internacionales, y eso de promover la amistad y la cooperación entre los diferentes estados. Y de servir de centro de confluencias y armonías de la comunidad internacional, eso cada vez está más de capa caída.
Gaza y el Caribe, la alerta de Petro ante la ONU
En un entorno de discursos culebreros, mentirosos, edulcorados, eufemísticos, Petro en la ONU llama las cosas por su nombre. Llama genocidas a los genocidas de la entidad sionista de Israel, empezando por Netanyahu y su círculo criminal, y a los cómplices, porque lo son, empezando por Donald Trump.
Pero Petro va más allá: pide una revolución global por la vida, una reacción ante los poderes mundiales que en su codicia extrema destruyen el planeta.
Con base en un planteamiento profundo del debilitamiento de los estados-nación, Petro deja sin piso la propia denominación de Naciones Unidas, como instancia que debe pensarse en términos de humanidad, no de nación.
Petro en la ONU pide la intervención de una fuerza armada para defender la vida del pueblo palestino.
Palabras y armas. Un ejército de los países para liberar a Palestina, para levantar la bandera de Bolívar, como lo indica el presidente. Por ahí debe empezar N. U. la transformación.
Petro hila fino y nombra y describe los vasos comunicantes que hay entre las fuerzas ocultas de nuestro tiempo, y conecta las manifestaciones que muchas veces no vemos. Los árboles no nos dejan ver el bosque.
El genocidio contra el pueblo palestino no está desconectado de otras acciones de agresión que acontecen, tanto en Asia Occidental, como en el resto del mundo.
Los misiles contra pequeñas embarcaciones en el Caribe, la implacable e inmoral persecución a los migrantes, la farsa de la guerra contra las drogas, se interrelacionan como hechos de violencia contra los pueblos del sur.
Pero los impactos no son tan solo aquí y ahora, sino que se proyectan y son parte de planes específicos de dominación. Las guerras que se libran y alimentan ahora, los conflictos y disensiones que se siembran en el presente, se proyectan al futuro.
El genocidio, el exterminio de las poblaciones en Gaza y Cisjordania, son parte de un plan de dominación mucho más vasto, que involucra a los sionistas israelíes y a los imperialistas estadounidenses.
La resistencia de los palestinos no solamente es por ellos mismos, es por la humanidad, es por todos nosotros.
La nueva Naciones Unidas, o la institución transformada que sea, no deberá surgir de los vencedores de la Tercera Guerra Mundial, porque, muy probablemente, no los habrá. Solo habrá perdedores.
El nuevo organismo, si quiere garantizar de entrada su validez y legitimidad, deberá ser previo a esa Tercera Guerra, y tendrá que evitarla, si queremos sobrevivir como especie.
Y como especie en unas condiciones distintas a las actuales, sin dominaciones, sin hegemonía, sin esa manera atroz de solucionar las cosas, las relaciones, a través de la imposición de la fuerza, a través del poder de los armamentos, a través de poderío militar o bélico.
Sino mediante el diálogo y la concertación, a través de lo que tanto está escrito y tan poco está en la práctica, en las acciones, como es la verdadera y sensata búsqueda de la paz, y de la supervivencia equilibrada y tranquila de los distintos pueblos.
Ver también
Entrevista original en La IguanaTV:
Petro en la ONU: Crítica del Sur Global a una organización terminal
