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Estados Unidos jamás será aliado incondicional de países árabes

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Estados Unidos jamás será aliado incondicional de países árabes. El imperio y el sionismo traicionan los pactos, y Catar es el espejo.

El director de dXmedio.com y analista Juan Alberto Sánchez Marín ha destacado que las disensiones entre Israel y Estados Unidos son “circunstanciales” y no de fondo, por lo que actúan, según sus beneficios en la región.

Estados Unidos jamás será aliado incondicional de los países árabes, una tesis que emerge de los recientes acontecimientos en Asia Occidental, y que revela una cruda realidad geopolítica: ni Estados Unidos ni el régimen sionista de Israel establecen amistades leales, sino relaciones de dominación, vasallaje y el beneficio propio.

Esta dinámica imperialista, que busca la expansión territorial y el dominio geopolítico, condena al fracaso a cualquier monarquía o régimen que intente traficar favores o establecer entendimientos con estas potencias.

La reciente agresión israelí contra Catar, un país colaborador y mediador, debería servir de espejo para las monarquías del Golfo. La traición es el resultado inevitable de esa incondicionalidad. 

🇺🇸🇮🇱“EEUU jamás va a ser aliado incondicional de los países árabes”. dXmedio.

Es imperativo que las naciones árabes reconozcan al verdadero enemigo regional y se encaminen hacia una unidad sólida que ponga fin a la impunidad israelí.

La doctrina del vasallaje y la supremacía

La política exterior estadounidense, y, por extensión, la sionista, opera bajo la premisa de que no tienen amigos, sino servidores. 

Israel es calificado de «ente desmadrado» o desatado por el analista. Sus objetivos definidos excluyen el respeto de los territorios de los países vecinos y el cumplimiento de los pactos regionales. 

La entidad sionista busca la expansión territorial, el dominio geopolítico, el control de puntos geoestratégicos, y, en última instancia, la supremacía regional y global.

Esta finalidad imperialista hace imposible que Washington o Tel Aviv cultiven la amistad, ya que cualquier forma de fraternidad implica lealtades, y si las tuvieran se traicionarían a ellos mismos y a sus fines expansionistas. 

Estados Unidos se limita a mover y a tumbar piezas de la región en su beneficio, extendiendo el desorden y atacando a quien sea necesario. Las disensiones que puedan surgir entre Estados Unidos e Israel son meramente de forma y circunstanciales, nunca de fondo o perdurables, lo que refuerza la alianza fundamental en sus objetivos de dominación. 

Apostarle a un acuerdo con el imperio o su secuaz en Asia occidental es una estrategia condenada al fracaso.

El espejo de la traición: el caso de Catar

La falta de unidad en el mundo islámico ha permitido que el régimen israelí goce de impunidad. Las monarquías, que han traicionado la causa palestina y las causas de sus propios pueblos, al traficar favores con los sionistas están destinadas a ser traicionadas a su vez, y más temprano que tarde.

El ejemplo de Catar es una elocuente advertencia. La monarquía catarí ha sido próxima y obsecuente con Estados Unidos. Incluso, actuaba como mediadora en conversaciones con Hamás. No obstante, fue blanco de ataques israelíes con respaldo estadounidense. 

El ataque sufrido la pasada semana debería haber dejado claro a Catar, y al resto de las monarquías del Golfo, que Estados Unidos jamás va a ser aliado incondicional.

La soberbia del régimen de Netanyahu lo lleva abrir frentes no solo contra sus enemigos, sino contra países que cooperan directamente con Washington. 

Esta acción disparatada por parte de Israel expone su existencia misma a un odio unánime y alerta a diversas fuerzas a unirse en su contra.

La ambición anexionista y la revelación del victimario

Los sionistas israelíes persiguen objetivos claros y, al creerse un «pueblo elegido», difunden su arrogancia y endiosamiento. Sus planes no contemplan ningún tipo de concesión ni respeto, y cualquier negociación con ellos solo sirve para alimentar sus intenciones y otorgar poder a sus planes. 

El régimen de Netanyahu da pasos riesgosos. Camina sobre una cuerda floja, al borde de un abismo. En su soberbia, los sionistas obtienen un efecto geopolítico contrario: la destrucción de la imagen que Israel había construido durante décadas. 

Mediante un sistema global de tergiversaciones y engaños, Israel se había erigido como el «pueblo sufrido y víctima». Los múltiples crímenes, el genocidio y la jactancia al cometer atrocidades contra pueblos como el palestino, libanés, iraquí e iraní, develan sus verdaderas intenciones. 

Hoy en día, cualquier persona con un mínimo de información e inteligencia no tiene duda de que los israelíes son los victimarios, poniendo fin al cuento del antisemitismo, del que se valieron durante tanto tiempo.

Estados Unidos jamás será aliado incondicional de países árabes

La lección que la geopolítica impone a la región es ineludible: la alianza con la potencia imperial y con su socio sionista es una quimera. 

A la menor duda o inconveniencia, Estados Unidos traiciona a aquellos que considera incondicionales y se alía con Israel para agredirlos, aun cuando dice estar comprometido con su protección. 

La posibilidad de que surja una unión real entre los países árabes se origina precisamente al ver esta traición de forma «desnuda enfrente». La incondicionalidad hacia Estados Unidos no garantiza protección, sino vulnerabilidad.

Cualquier actor que apueste su futuro a un entendimiento con estas entidades está, de hecho, condenado al fracaso. La evidencia histórica y la situación actual de los países colaboradores confirman que Estados Unidos jamás va a ser socio de nadie.

Israel y Estados Unidos no han tenido, no tienen, ni van a tener amigos en el futuro, pues el beneficio de estas potencias exige que actúen de manera oportunista. 

La urgencia de la unidad árabe: más allá de la palabrería

Ante esta coyuntura, es fundamental que los países árabes se percaten de quién es el real enemigo de la región, y que dejen de culpar a Irán por lo que no es y tampoco hace. 

Es hora de la unidad y de tomar medidas concretas y decisiones que conduzcan a hechos. No más «palabrería ni declaraciones vacuas”.

Las soluciones tangibles propuestas incluyen el boicot político y económico al ente israelí, además de su aislamiento regional e internacional.

Es de esperar que las infames agresiones que se han cometido contra los pueblos árabes brinden la fuerza necesaria a esa unidad. La única forma de hacer frente y acabar con la impunidad israelí es mediante una cohesión tangible y determinada. 

La inconveniencia de seguir siendo fieles a una potencia que traiciona debe ser el motor para que los países árabes se unan contra el «proyecto siniestro del sionismo llamado Israel». 

Si bien el camino hacia la unidad es complejo, el destino de los países es el de optar por la autonomía en acciones concretas.

Ver también

Entrevista original en HispanTV:

EEUU jamás va a ser aliado incondicional de los países árabes

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