El analista internacional Juan Alberto Sánchez Marín comenta en una entrevista concedida para HispanTV sobre la creciente tensión en la Franja de Gaza, el líder de la Revolución Islámica de Irán, el Ayatolá Ali Jamenei, ha planteado la necesidad imperiosa de enfrentar las consecuencias de las acciones israelíes.
Este llamado no se limita a una mera condena, sino que exige el aislamiento internacional integral de la entidad sionista. Un Boicot a Israel (BDS) que trascienda las meras condenas verbales o las rupturas diplomáticas superficiales
La retórica del líder iraní subraya una realidad geopolítica compleja, donde la crítica pública de algunos países árabes y musulmanes a Israel a menudo contrasta con una cooperación bajo cuerda, mientras que potencias occidentales son señaladas por su complicidad a través del comercio de armas.
En paralelo, Irán, bajo la dirección del presidente Pezeshkian, navega un escenario de sanciones draconianas y busca reconfigurar sus relaciones exteriores, posicionándose como un actor clave en la construcción de un nuevo orden multipolar.
El imperativo de un aislamiento integral para Israel
El Ayatolá Jamenei ha enfatizado que, a pesar del aislamiento internacional que ya enfrenta Israel, es crucial imponerle una separación aún mayor.
El analista Sánchez Marín menciona que el aislamiento, debe ser integral, no limitarse a rupturas diplomáticas o reproches verbales, que a menudo se consideran meros gestos para apaciguar a las poblaciones locales.
La verdadera efectividad radicaría en un cese pleno del comercio con Israel, particularmente, en lo que respecta a armas y componentes militares.
La postura iraní aboga por una acción decisiva para detener el genocidio contra los palestinos. Sin estas medidas contundentes, la justicia y la sensatez carecen de valor, y los criminales y genocidas prevalecerán.
Hipocresía regional: entre la retórica y la colaboración encubierta
Una de las críticas más agudas es la conducta de varios países árabes y musulmanes. Se observa una dicotomía alarmante: si bien estos Estados mantienen una postura pública crítica hacia la entidad sionista, al mismo tiempo, sostienen relaciones, cooperación e, incluso, le suministran clase de ayudas bajo cuerda.
Ejemplos claros de esta dinámica incluyen a Egipto y Jordania, que mantienen lazos históricos con Israel, a pesar de sus reproches superficiales.
Los denominados «Acuerdos de Abraham», impulsados por la administración Trump, en 2020, son un ejemplo reciente de esta traición, donde Emiratos Árabes Unidos y Baréin normalizaron sus relaciones con Israel.
Marruecos es otro caso de deslealtad. Un país que colabora de modo abierto en inteligencia y temas militares. Estas naciones anteponen sus intereses económicos y de poder a las convicciones, la fe de sus pueblos y cualquier principio moral o de humanidad.
Complicidad occidental: El rol del comercio de armas
Sánchez Marín también señala la complicidad de potencias occidentales en las acciones israelíes a través del incesante comercio de armas.
Estados Unidos y el Reino Unido son impulsores directos de este comercio. Varios países europeos, como Alemania, Italia y Francia, nunca han detenido la venta de armas a Israel, y justifican esa continuidad bajo la peregrina razón del cumplimiento de contratos preexistentes.
Esta argumentación es falaz y no es otra cosa que una cooperación encubierta y cómplice con el genocidio, y quienes participan en estas transacciones tarde o temprano deberán rendir cuentas.
La continuidad del flujo de armamento socava cualquier intento de aislamiento efectivo y constituye un respaldo directo a las operaciones militares de Israel.
Boicot a Israel, un mantra que nunca se convierte en acción real
La aspiración de un «boicot a Israel» total, y de un aislamiento genuino, aunque evocado con frecuencia, rara vez se materializa en una acción concertada y efectiva.
Este mantra del «boicot a Israel» se enfrenta a la realidad de intereses geopolíticos y económicos profundamente arraigados, tanto en la región, como en Occidente. La persistencia de relaciones diplomáticas encubiertas y el flujo ininterrumpido de comercio de armas demuestran la dificultad de traducir la indignación en medidas concretas.
Los reproches de palabra, aunque visibles, son a menudo calificados de engaños para satisfacer a las propias poblaciones, mientras que las estructuras de poder y los intereses económicos globales priorizan la continuidad de las relaciones sobre los principios morales o la condena de atrocidades.
Para que el «boicot a Israel» sea efectivo, se requeriría una ruptura total con esta dinámica, lo que implicaría un cambio fundamental en las prioridades de muchos actores internacionales.
Irán en el nuevo orden geopolético de resistencia y reconfiguración
En este complejo tablero internacional, Irán se presenta como un actor de primer orden. A pesar de enfrentar las sanciones unilaterales e ilegales más drásticas e inhumanas impuestas por Estados Unidos y sus aliados europeos, ha logrado un desarrollo significativo.
Las sanciones, diseñadas para el sometimiento, no han frenado el avance del país, especialmente, en los campos defensivo y tecnológico.
La capacidad de Irán para moverse en contextos geopolíticos complejos le ha permitido destacar y avanzar, y consolidar su soberanía e independencia, en especial, a través del desarrollo de su industria militar y de la capacidad defensiva.
El Gobierno del presidente Pezeshkian, que sigue la orientación del líder iraní y la senda de su predecesor, prioriza la mejora económica y las condiciones de vida de los iraníes.
Su política exterior se enfoca en la buena vecindad, y busca romper el cerco infame impuesto y reconfigurar las relaciones del país a nivel global. La diplomacia juega un papel central en la estrategia, como lo demuestran las recientes visitas del presidente a Armenia, Bielorrusia y Rusia, y su participación en la cumbre de la Organización de Cooperación de Shanghái.
Irán aspira a insertarse en la economía global por fuera de los círculos occidentales, donde priman la avaricia y la supeditación a los intereses imperiales de Estados Unidos.
El país busca consolidar un papel destacado en el nuevo contexto geopolítico global, integrando su desarrollo nacional con la lucha por la justicia global y, sobre todo, de la causa palestina
Ver también
Entrevista original en HispanTV:
Boicot Israel: ¿un mantra que nunca se convierte en acción real?